Lo llamaban "La solución final". Era el plan siniestro ideado por el régimen nazi durante un encuentro secreto en una quinta de Berlín, en 1942, para la eliminación de la entera población judía de Europa. A inicios del siglo XX, vivían en el viejo continente cerca de 9 millones de judíos. Al concluir la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), seis millones habían sido asesinados.Las condiciones políticas, sociales y económicas que llevaron al Holocausto —el genocidio sistemático judío a manos de los nazis— son muy complejas. Pero hay un consenso general entre los historiadores para relacionar el estallido de la Segunda Guerra Mundial con las condiciones impuestas por los tratados de paz a los vencidos de la Primera Guerra (1914-1918) y la colosal crisis financiera, entre 1929 y 1939, que afectó a las economías capitalistas de EE.UU. y Europa.Alemania fue, en rigor, uno de los países más perjudicados. Un altísimo desempleo, una inflación desbocada, cracks bancarios, quiebras de empresas, una enorme deuda de guerra, fueron alimentando un nacionalismo autoritario cuyas propuestas redentoras, impulsadas por los nacionalsocialistas (na zis, en la abreviatura alemana), ganaron adeptos en una clase media desencantada y empobrecida. Todo el movimiento fue liderado por un entonces oscuro cabo de origen austríaco llamado Adolf Hitler, quien reavivó arcaicos sentimientos antisemitas —presentes, por otra parte, en casi toda Europa— al atribuir a los judíos la responsabilidad por la precaria situación alemana tras su derrota en la primera contienda mundial.Luego de la llegada al poder del partido nazi en 1933, con Hitler como nuevo canciller alemán, todo lo no ario fue prohibido. Los judíos perdieron su ciudadanía, aun si sus familias habían vivido en Alemania por varios siglos. Ese año construyeron el primer campo de concentración, en Dachau, para encarcelar a opositores. Entre el 9 y 10 de noviembre de 1938, durante la célebre Kristallnacht o "Noche de los cristales", más de 300 sinagogas y 7.000 negocios judíos fueron quemados.El estallido de la guerra enfrentó al Eje (Alemania, Italia y Japón) contra las fuerzas aliadas, integradas principalmente por Gran Bretaña y Francia al principio, a las que luego se agregaron EE.UU. y la Unión Soviética. Los judíos que no habían muerto bajo la tortura y hambre de los ghettos —los barrios aislados en las grandes ciudades— fueron deportados en vagones de carga —encerrados sin agua, ni comida, ni baños, ni ventanas— a campos de exterminación. La mayoría se localizaba en el este de Polonia —Auschwitz, Treblinka, Sobibor, Majdanek, Chelmo y Belzec—, donde las condiciones de labor forzada eran espantosas: hambre, frío, trabajo esclavo y el acoso de sádicos guardias. Los viejos, los enfermos y las madres con bebés eran mandados directamente a su muerte en cámaras de gas. Cuando los hornos crematorios funcionaban a pleno, el cielo se cubría de un gris de espanto y las nubes de ceniza se veían desde kilómetros.
jueves, 26 de julio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario